Lanzarote, ejemplo de modelo de políticas de sostenibilidad, se encuentra en una etapa en la que necesita definir su modelo turístico de futuro, los datos e indicadores arrojan la conclusión de que se encuentra entrando en la fase de madurez, quizás en varias velocidades según sector y zona, pero la llegada a esta fase es clara.

Ante esta disyuntiva las soluciones pasan por una combinación de dos formas de turismo, por un lado cualificar el modelo actual de centro vacacional y por otro lado una apuesta por la autenticidad.

La apuesta por la cualificación como centro vacacional, debe corregir el excesivo número de camas extrahoteleras, aumentando el número de hoteleras. Esta corrección debería realizarse sin el aumento de más camas turísticas y a ser posible apostar por la reducción de éstas. La cualificación, también, pasa inexorablemente por una mejora de la oferta complementaria y de atractivos, ya que los nuevos turistas están demandando ser más activos en sus vacaciones. Aunque el valor paisajístico de la isla es innegable esta excesivamente centrado en el turista como un agente contemplativo y pasivo.

En el ámbito de dirigir el turismo hacia la autenticidad, la vía más evidente pasa por la contención del crecimiento turístico y, como en ocasiones se ha planteado desde los redactores del Plan Insular de Lanzarote, en la apuesta por alojamientos con “encanto”. La dificultad estriba en que esta apuesta sea compatible con el actual modelo y con la otra apuesta planteada anteriormente.

Los cambios no solo se están produciendo en el ámbito insular, el propio sector turístico esta siendo presionado por determinadas fuerzas, que están cambiando el actual sistema turístico internacional. Entre estos factores incluiríamos la irrupción de la líneas de bajo coste, la liberalización del transporte aéreo en Europa, el acuerdo de liberalización del comercio de servicios (GATS), los nuevos destinos emergentes, profundos cambios en la demanda, etc. a los cuales la isla no esta respondiendo con toda su capacidad y a los cuales se les debe responder bajo la misma óptica que comentamos antes, es decir continuar con la contención del crecimiento turístico, cualificación como centro vacacional y la búsqueda de la autenticidad.


La llegada a la fase de madurez del destino, junto a los cambios que esta sufriendo el turismo, y siguiendo a POON (1993) Lanzarote debe apostar por una redefinición de su modelo turístico y adaptarse a los cambios de:

Los nuevos turistas que buscan experiencias diferentes, disfrutar sin destruir, más informados, que les gusta el deporte, más aventureros, interesados en las costumbres locales.

De las nuevas tecnologías que permitan modernizar el sector y obtener cierta independencia de los grandes operadores turísticos

Nuevas prácticas, los viejos estándares de los paquetes turísticos típicos del turismo de masas están cambiando y las nuevas apuestas deben orientarse a la búsqueda de la autenticidad, de la flexibilidad de las vacaciones, de la búsqueda de los nichos de mercado, etc. En suma en conseguir un nuevo posicionamiento del destino Lanzarote.

Límites al crecimiento, cualquier intento de rejuvenecer el destino Lanzarote debe contener el número de turistas, sin esta premisa es imposible la búsqueda de la autenticidad, de la flexibilidad y del turismo activo. Satisfacer estas necesidades no es compatible con un alto número de turistas.

Evidentemente debe compatibilizarse la búsqueda del nuevo posicionamiento sin perder el actual, que visto de manera global es un modelo de cierto recorrido todavía. Sobre todo por la dinámica muy complicada de romper, es decir los cambios debe realizarse de manera decidida pero con la previsión de evitar una ruptura traumática del actual modelo turístico y por consiguiente económico

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